REFLEXIÓN CON SIERRA BERMEJA DE FONDO
El fuego tiene autoría. Y mata a la Vida.
¿Se impone la queja etérea, la
resignación? En ese caso ya sabemos cuál será el resultado final: más
cenizas y más muerte.
Este fuego nos da la oportunidad de reflexionar y por tanto la oportunidad de descubrir
las claves de un nuevo paradigma de la relación entre el Ser Humano y la Madre
Tierra.
Si conseguimos mirar entre
tanto humo podremos ver que el uso de la tierra ajustado a las necesidades
humanas ha sido sustituido por el uso indiscriminado de la tierra tendente al
lucro y al enriquecimiento. O lo que es lo mismo: la ética del cuidado ha sucumbido
ante la búsqueda prioritaria de beneficios.
La Madre Tierra es silente y
sufrida, pero está una y otra vez mandando avisos:
La propagación del fuego en
Sierra Bermeja parece ser algo nunca visto.
En Alemania y Bélgica tampoco
habían visto nunca lluvias e inundaciones como las de este verano.
Las temperaturas superiores a
los 45º también eran desconocidas en muchas zonas de Europa que este año la han
padecido.
Sequías prolongadas en amplias
zonas del planeta, desertización, deshielo de los casquetes polares.
El incendio que asola Sierra
Bermeja ha de ser una llamada de atención:
Quienes se mofan del cambio
climático y del calentamiento global podrán tener nuestro respeto como personas,
pero han de encontrarnos bien armados de argumentos para contrarrestar sus
teorías.
Quienes apuntan con su brújula
al norte del beneficio económico, sin mirar al sur de nuestro planeta, ni
siquiera al sur de nuestra opulenta sociedad, han de saber que no van a contar
con nuestro asentimiento.
La Madre Tierra está
hablando de forma inequívoca a nosotros, sus hijos. Adaptarnos con resignación no
va a salvar la Vida. Ampararnos en el escepticismo es una condena de Muerte. Su destino es el nuestro y se impone la ética del cuidado para su supervivencia y la nuestra, especialmente la de los más vulnerados y empobrecidos. De nosotros depende.
Julia Aguilar
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