BURKINA, UN DOLOR Y UNA RESPONSABILIDAD
Los niños de Burkina tienen derecho a un futuro |
Hubo un tiempo, bajo el
liderazgo de Thomas Sankara,
asesinado en octubre de 1987, en que Burkina fue un referente de la unidad
africana. Su denuncia de la ilegitimidad de la deuda externa, la promoción de
los derechos de la mujer abordando incluso el tema tabú de la ablación genital,
la defensa de la naturaleza, la reducción de las importaciones innecesarias y
la protección a los campesinos empobrecidos convirtieron este país en un
ejemplo de alternativa al colonialismo en África. Seguía habiendo desigualdades
pero se atenuaban y se veía una salida. Como todos, Sankara tendría sus sombras
pero generaba mucha luz. Y la apagaron.
Llegó Blaise Compaoré quien, después de un ciclo dictatorial, percibió las
ventaja que suponía la asimilación a las democracias occidentales en las
formas, no en el fondo, y así obtuvo sin dificultad el reconocimiento y la
legitimación de Francia, la antigua metrópoli, y del gobierno estadounidense.
Se agudizó la pobreza de los empobrecidos.
Tardaron en llegar pero por
fin lo hicieron las primeras elecciones libres, que llevaron al poder a un
presidente no militar, Roch Marc
Christian Kaboré.
La situación hoy:
Burkina es uno de los países
más pobres de África (puesto 183, de 189, en el Índice de Desarrollo Humano de
Naciones Unidas 2018).
Las minas de oro, uranio y
manganeso están siendo explotadas por el capital transnacional. Los principales
recursos naturales de este país pobre enriquecen a los países ricos.
El algodón burkinés (el “oro
blanco de país”, según Sankara) ha sido sustituido por las variedades
transgénicas de la internacional Monsanto. Los campesinos son aún más pobres.
Del respeto a la naturaleza habla
por sí sola la muerte de los periodistas Roberto Fraile y David Beriain, asesinados
cuando estaban realizando un documental sobre la caza furtiva.
La crisis climática ha agudizado aún más la pobreza de los más vulnerados.
Estas condiciones son el
caldo de cultivo de la violencia:
En los últimos años Burkina Faso se ha visto afectada por la violencia de grupos extremistas que han causado la muerte de cientos de personas. Estos días han sido 160 las víctimas de ataques incontrolado, entre ellas hay niños. Haríamos bien en ponernos en la piel de los supervivientes de la masacre, de ellos y de sus hijos, así tal vez entendamos que crucen miles de kilómetros para llegar al mar y encontrar hueco en una de esas pateras y cayucos que parten hacia Canarias.
La violencia también ha generado
un masivo y continuo traslado de poblaciones de las regiones afectadas hacia la
capital y los grandes centros urbanos. Hay incluso quien habla de un millón de
desplazados internos. Ellos va dejando a su paso muchas raíces cercenadas, muchas escuelas cerradas, y en el horizonte sólo aciertan a ver un futuro muy incierto. Tal vez algunos de estos refugiados sueñe con irse más allá, cruzar
el desierto y el mar hasta llegar a nuestra Europa idealizada, para buscar un futuro que en Burkina se le niega a ellos y sus hijos.
Si en el pasado hemos sido,
por acción o por omisión, parte del problema hoy hemos de ser por justicia
parte de su solución.
Julia Aguilar
IMAGEN:
https://www.losviajeros.com/fotos/africa/burkina/index.php?lg=s&fn=Burkina
África en el corazon
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