MIGRANTES, REFUGIADOS Y DERECHOS HUMANOS
Cuando las noticias falsas inundan amplios espacios de algunos medios de
comunicación, plataformas y redes sociales induciendo al miedo, y el discurso del
odio se ha instalado como huésped permanente en las proclamas de un importante
partido, ante el silencio cómplice de sus compañeros de espectro político,
tenemos el deber de recordar los Derechos Humanos cuya proclamación se conmemora
el 10 de diciembre:
Artículo 1.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2.
Toda persona tiene todos los derechos y
libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la
condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya
jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente,
como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a
cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 3.
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad de su persona.
....
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Se calcula que en la
actualidad 258 millones de personas viven fuera de sus países de origen. Ante
esta cifra es admisible que los Estados se preocupen respecto a la seguridad de sus fronteras, al
impacto en sus mercados laborales y a los desafíos y costos de la integración
de quienes migran o buscan asilo. No preocuparse (en el sentido profundo del
término) podría ser incluso una irresponsabilidad. Pero hay que tener muy claro
que todas las medidas que adopten los Estados de recepción tanto para contrarrestar
la migración irregular como para sostener la seguridad internacional, no pueden
incidir negativamente sobre los derechos de los migrantes y la protección de
los refugiados.
Todos
los seres humanos son titulares de todos los derechos humanos.
Esos derechos no están reservados para el disfrute de unos pocos afortunados. Cada mujer, cada hombre y cada niño y niña
tienen el mismo derecho a la dignidad humana. No es lícito admitir a quienes se
consideran superiores y exigen cordones sanitarios que los separen de otros seres
humanos a los que, de algún modo, consideran menos merecedores de esas
prerrogativas. En lo tocante a los derechos humanos no hay un “ellos” y un “nosotros”.
Así pues, todos los migrantes, incluso los que no tienen derecho a solicitar la protección de la Convención sobre los Refugiados, tienen derecho a que se protejan sus derechos humanos, y todos los Estados han de velar por que este amparo sea eficaz y significativo.
Cabría añadir algo más: abusar de las personas vulnerables ha sido siempre un acto propio de cobardes y
negarles ayuda y derechos nunca podrá ser sinónimo de patriotismo.
Julia Aguilar
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