LOS LÍMITES DE LA TOLERANCIA

"Tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia. Ante todo, la tolerancia es una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla los individuos, los grupos y los Estados"
UNESCO, Declaración de Principios sobre la Tolerancia. Art.1, punto 1.2


Desde el año 1995 se viene celebrando cada 16 de Noviembre el Día Internacional para la Tolerancia, una efeméride instaurada por la ONU, para conmemorar la Declaración de Principios sobre la Tolerancia.
En este documento se explicita que la tolerancia es el respeto a las creencias, cultura y opiniones de los otros, así como también se recuerda que es un derecho humano, por lo cual es inalienable, ya que las personas son naturalmente diversas y solo en el marco de la tolerancia podrán convivir. En el mismo documento se afirma que la tolerancia no es concesión, condescendencia o indulgencia. En ello queremos incidir ante el temor de que, en virtud de nuestro carácter tolerante, desemboquemos en la impasibilidad y en la innación:
Estamos siendo testigos del resurgir de grupos, y partidos políticos, liderados por supremacistas blancos de pura ideología neonazis, que ellos mismos no tratan de esconder; grupos que se dicen profamilia pero no admiten nada más que un modelo de la  misma; grupos defensores de la unidad de la patria que sólo identifican el concepto de  “unidad” con el de “uniformidad”; grupos que hacen una lectura sesgada de la historia para adaptarla a su forma de entender esa patria, y que prescinden de aquellos episodios que podrían ponerla en cuestión; grupos que niegan la violencia ejercida en razón de género, que desligitiman a los que piensan distinto a ellos, que criminalizan a las personas migrantes considerándolas una amenaza, que ponen en entredicho derechos fundamentales básicos. Hasta aquí, las personas ejercitadas en la defensa de la tolerancia podríamos beber agua y tragar su discurso, amparándonos en su derecho al libre pensamiento y a la libertad de expresión....
Sigamos analizando y no nos engañemos: En todos estos grupos vemos un discurso inflamado de patriotismo (de una patria hecha a la medida de su deseos y su cuenta corriente) que no consigue disimular auténtico odio, como ponen de manifiesto sus constantes peticiones para  que se prohíban las garantías o derechos de grupos vulnerable de la sociedad: migrantes, personas de color, mujeres maltratadas, personas de credos distintos al imperante en su ideología, personas con orientaciones sexuales o con identidades de género específicas,... por mencionar algunos casos. 
¿Son tolerables estas proclamas, hablemos claro, de la extrema derecha populista, en aras a defender el ejercicio de su libertad de expresión? Invocando a nuestro mencionado espíritu tolerante podemos sentirnos tentados a admitir, o al menos a soportar, su legitimidad, pero hemos de reflexionar y tomar partido, hemos de plantearnos qué sería de los bienaventurados de Mateo 5, de los que tienen "hambre y sed de justicia", de los que "lloran" pues no todos somos triunfadores, de los "perseguidos por causa de la justicia" pues han hecho de ella su razón vital, de los "humildes" y "compasivos"... No parece que exista espacio para ellos ni en la cosmovisión ni en la praxis de estos grupos que han pasado de ser una mala pesadilla a ser una amenaza real. 
Tanto la libertad de expresión como la tolerancia son valores en los que se asienta la democracia, pero no es cierto ni justo que se deba tolerar todo. Voltaire y Popper, entre otros pensadores, han demostrado que, para que exista una sociedad democrática y libre, debe existir un límite para la tolerancia. Y solo así la sociedad democrática podrá seguir existiendo¿Cuál es el límite de la tolerancia?:
Voltaire era un ilustrado, autor del Tratado sobre la Tolerancia (1763),  el mayor defensor de la misma en su época. Pero, independientemente de eso, reconocía un límite para esta tolerancia: “...los discursos que son en sí mismos intolerantes no pueden ser tolerados....El problema no es que haya diferentes ideas y religiones, el problema es cuando una de ellas quiere oprimir a todas las demás y ser la única.”
Por su parte, Popper fue el filósofo que con más acierto mostró la paradoja de la tolerancia. En su libro La sociedad abierta y sus enemigos (1945), Popper habló de esta paradoja:: “si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia.”

Celebremos como se merece el Día Internacional de la Tolerancia, escuchemos, tratemos de entender y respetemos a quienes no comparten nuestros esquemas mentales, pero no nos escudemos en la Tolerancia para cruzarnos de brazos ante lo intolerable, ni la usemos como mordaza que nos ahogue la denuncia del discurso y la actitud totalitaria de quienes atentan contra la vida, la dignidad y los derechos de otras personas.
Julia Aguilar
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