TRATA DE PERSONAS, EXPLOTACIÓN SEXUAL, Y MIGRACIÓN

El 23 de septiembre de 1913 se promulgó en Argentina la primera norma legal en el mundo destinada a luchar contra la explotación sexual. Esta Ley significó la culminación de una inmensa  lucha  contra la esclavitud de mujeres, niños y niñas para el ejercicio forzado de la prostitución. Basándose en esta normativa, la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas, instauró el 23 de septiembre como el “Día Internacional contra la explotación sexual y la trata de personas”
La trata de personas, la esclavitud del siglo XXI, es un atentado contra los Derechos Humanos que puede presentar diversas modalidades: explotación sexual, explotación laboral, trabajos forzados, tráfico de órganos, etc. De estas variantes, la relacionada con la  explotación sexual es la más numerosa y conlleva un fuerte componente de género, pues la inmensa mayoría de sus víctimas son mujeres y niñas.
La trata de personas es un delito que, además de poder provocar daños físicos muy graves, despoja a los seres humanos de sus derechos, echa por tierra sus sueños y les priva de su dignidad. Es un problema mundial, al que ningún país es inmune; millones de víctimas se encuentran atrapadas y son explotadas en esta forma moderna de esclavitud.
¿Qué vínculos existen entre trata de seres humanos, explotación sexual y migración? En épocas de crisis, surgen con demasiada frecuencia especuladores que tratan de explotar la miseria y la vulnerabilidad de los demás. Con unas políticas de fronteras cada vez más restrictivas, las rutas migratorias se han vuelto a su vez más largas, más caras y más peligrosas. Al limitar las oportunidades de que las personas puedan migrar de manera legal, las restricciones han ayudado involuntariamente a los que practican el tráfico y la trata de seres humanos. Los traficantes buscan como víctimas a personas que sufren una falta patente de seguridad y oportunidades, y emplean las amenazas y el engaño para controlarlas y conseguir sus propios fines. De una forma especial, son las mujeres y los niños quienes corren un mayor riesgo de que se les obligue a cumplir las exigencias de quienes les prometen un pasaje seguro hacia una vida mejor. Es evidente pues que la lucha contra la trata de personas solo será efectiva si comprendemos sus vínculos con las corrientes migratorias, como es evidente también que la lucha contra ella pasa por la protección de los derechos humanos de las personas migrantes.
El 23 de septiembre es un buen día para llevar a cabo un ejercicio reflexivo y crítico sobre la interrelación  migración, trata y explotación sexual.. Si nos atrevemos a dirigir la mirada hacia estas realidades, descubriremos que la prostitución agudiza las situaciones de opresión y vulnerabilidad, en las que viven las mujeres y niñas migrantes, añadiendo de esta forma mayor índice de desigualdad a unas vidas ya de por sí vividas desde los márgenes y la exclusión. Veamos algunos ejemplos de fuentes acreditadas:
El 80% de las mujeres y niñas nigerianas que llegan por el Mediterráneo a Europa a través de Italia son víctimas de tráfico con fines de explotación sexual y sus edades son cada vez más bajas, según denuncia la Organización Mundial para las Migraciones.
El flujo migratorio de entrada en la Unión Europea disminuyó en 2018, pero las fuerzas policiales europeas han detectado un aumento del tráfico de personas. Según Europol, esto ocurre principalmente en las zonas con mayor número de migrantes irregulares, entre ellas varios puertos de España, Italia y el Canal de la Mancha, así como lugares en los que las barreras físicas obligan a los migrantes a acudir a las mafias, como Ceuta, Melilla, Turquía y la isla de Lesbos (Grecia).
Está claro que Europa no es un lugar seguro para las mujeres, especialmente para aquellas que están solas, pobres e indocumentadas. Pero, ¿qué ocurre en España? En nuestro país estas personas tienen enfrente, además, el muro de la Ley de Extranjería que señala como la única vía factible de regularización para cualquier persona migrante lo que denomina “arraigo social”, que exige demostrar la residencia continuada en el Estado español durante tres años y presentar un contrato de trabajo... ¿Qué mujer, migrante, pobre e indocumentada  está en condiciones de acreditarlo?
El Plan Nacional contra la Trata reconoce que a las mujeres víctimas de trata el miedo a ser expulsadas con arreglo a la Ley de Extranjería les frena a denunciar a sus explotadores y agresores. El mismo Plan supedita la protección de las víctimas a que colaboren con la policía, lo que muestra que se sigue priorizando la persecución a las mafias, en lugar garantizar la seguridad y los derechos básicos de sus víctimas. Y es que, de forma persistente, se suele señalar a estas mafias como origen del problema de la explotación sexual de mujeres migrantes. Sin embargo, si profundizamos en este tema, nos daremos cuenta de que las mafias no hacen sino aprovecharse de la situación que genera el blindaje de fronteras que, al impedir a las mujeres emprender un proyecto migratorio autónomo y legal, las está arrojando de hecho a estas redes de explotación sexual.
Las víctimas de esta esclavitud moderna se encuentran muy cerca de nosotros; sin embargo, por temor, por sentir vergüenza de su situación o por ser muy duro para ellas revivir las circunstancias en las que se encuentran, no quieren hablar de ello. Son víctimas invisibles... que tendríamos que hacer el esfuerzo de ver.

Para ampliar sobre este tema podemos acceder a El Informe sobre la Trata de la Comisión Europea.
Julia Aguilar


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